La Mercancía
"Y esa era La Mercancía, el centro de operaciones del Equipo León, que tenía su nombre debido a su ubicación: oculta debajo del puerto. Anteriormente, servía para guardar cosas importantes que debían llegar con obligación a su destino. Los más resistentes camiones se encargaban del trabajo, gracias a que, aunque esté por debajo de la tierra, aún tenía un subsuelo más: el estacionamiento. Se tomaba un ascensor con las cosas, se bajaba y se cargaban los transportes. Sin embargo, por seguridad, no era un simple ascensor. Tenía un código secreto que debía usarse para hacerlo andar, que de usar uno que no era el correcto, significaba un paro en el medio del viaje hasta el estacionamiento, eso hasta que alguien arriba o abajo ingresara el verdadero código y bajara o subiera, según la ubicación de esa persona. Si otra vez era mal ingresado, se tenían doce segundos para poner el correcto, o significaba un cierre total del lugar hasta que el guardia de seguridad del puerto avisara a la policía y, acompañados por el primero, ingresaran y sembraran el orden por todos lados.
El gobierno cerró el lugar luego de que no fuera usado por años. Cadenas de acero, brillantes a la luz del día, así como un imponente candado dorado, se encargaban de mantener a los curiosos apartados de allí. Y fue el Don la primer persona en pisar La Mercancía, luego de que ésta se cerrara. Como había trabajado anteriormente o, como decían por el bar, en sus años de inocente juventud, sabía el código del ascensor. Junto con un grupo de sus más confiados seguidores, abrieron el candado y quitaron las cadenas. Tres se quedaron afuera, colocándolos para mantener la misión oculta por si a algún desubicado se le ocurría pasar por ahí a esas horas de la noche. Fue adentro, bajando las escaleras de caracol y abriendo la puerta interna, que la volvió a ver, y, siendo el primero en tomar el ascensor, bajó hasta el estacionamiento. Ahí estaba el auto que había dejado "accidentalmente" para ese momento, en que La Mercancía volvía a sus manos. Tomaron el control del lugar, en ambos sentidos, el control de que podían hacer lo que querían y el control remoto, el que abría el estacionamiento, el ascensor, la puerta, y todas las cosas que hacían del lugar, el sitio perfecto para la base de operaciones de su primer grupo: el Equipo León, que entonces estaba conformado por el líder del actual, John, y otros tres que ya no me acuerdo sus nombres. Salieron del estacionamiento con el auto y se encontraron con sus compañeros arriba. Luego, todos abandonaron el lugar, seguros de que nada malo podía pasar...
Cuando el plan era volver la semana siguiente para establecer el centro de operaciones, la policía fue a los tres días luego de la incursión. Nadie sabe por qué, pero algunos creyeron que había un traidor, y se cuidaron más las espaldas, cuidaron más sus palabras, y cuidaron más a sus mascotas. Ninguno sabía cómo iba a terminar todo, pero, apenas los rumores de que la policía estaba vigilando se esfumaron, volvieron al lugar, inspeccionaron todo, y descubrieron que el candado y las cadenas ya no estaban. Todos creían que la policía había estado adentro, pero nadie pensó que sólo habían ido hasta la puerta interna... El Don tenía su ingenio, y había puesto llave magnética a ambos lugares donde podían entrar, gracias al poder del control remoto. Así es como estaba antes de que ellos llegaran, pero él todavía conservaba su tarjeta de entrada, y fue debido a eso que pudo entrar.
Con el paso de los años, La Mercancía volvió a surgir, pero al estilo del Equipo León. Allí donde antes iban los muebles más caros e imponentes, estaba el comedor, en el lugar donde se escondían las joyas, estaban las armas, y así siguieron las modificaciones. El control era uno solo en su momento, pero el Don consiguió la forma de hacer tres más (uno para cada miembro del equipo). Cuando John me entregó el mío, con su habitual sonrisa, yo, mirando a la pared de ladrillos, sorprendido con la sorprendente luz que despedían las lámparas, y maravillado con la historia del lugar, que casi parecía una casa lujosa bajo tierra, le dí las gracias, y pensé en que este trabajo, con deleites como estos, no podía estar tan mal como el mundo creía que estaba."
El gobierno cerró el lugar luego de que no fuera usado por años. Cadenas de acero, brillantes a la luz del día, así como un imponente candado dorado, se encargaban de mantener a los curiosos apartados de allí. Y fue el Don la primer persona en pisar La Mercancía, luego de que ésta se cerrara. Como había trabajado anteriormente o, como decían por el bar, en sus años de inocente juventud, sabía el código del ascensor. Junto con un grupo de sus más confiados seguidores, abrieron el candado y quitaron las cadenas. Tres se quedaron afuera, colocándolos para mantener la misión oculta por si a algún desubicado se le ocurría pasar por ahí a esas horas de la noche. Fue adentro, bajando las escaleras de caracol y abriendo la puerta interna, que la volvió a ver, y, siendo el primero en tomar el ascensor, bajó hasta el estacionamiento. Ahí estaba el auto que había dejado "accidentalmente" para ese momento, en que La Mercancía volvía a sus manos. Tomaron el control del lugar, en ambos sentidos, el control de que podían hacer lo que querían y el control remoto, el que abría el estacionamiento, el ascensor, la puerta, y todas las cosas que hacían del lugar, el sitio perfecto para la base de operaciones de su primer grupo: el Equipo León, que entonces estaba conformado por el líder del actual, John, y otros tres que ya no me acuerdo sus nombres. Salieron del estacionamiento con el auto y se encontraron con sus compañeros arriba. Luego, todos abandonaron el lugar, seguros de que nada malo podía pasar...
Cuando el plan era volver la semana siguiente para establecer el centro de operaciones, la policía fue a los tres días luego de la incursión. Nadie sabe por qué, pero algunos creyeron que había un traidor, y se cuidaron más las espaldas, cuidaron más sus palabras, y cuidaron más a sus mascotas. Ninguno sabía cómo iba a terminar todo, pero, apenas los rumores de que la policía estaba vigilando se esfumaron, volvieron al lugar, inspeccionaron todo, y descubrieron que el candado y las cadenas ya no estaban. Todos creían que la policía había estado adentro, pero nadie pensó que sólo habían ido hasta la puerta interna... El Don tenía su ingenio, y había puesto llave magnética a ambos lugares donde podían entrar, gracias al poder del control remoto. Así es como estaba antes de que ellos llegaran, pero él todavía conservaba su tarjeta de entrada, y fue debido a eso que pudo entrar.
Con el paso de los años, La Mercancía volvió a surgir, pero al estilo del Equipo León. Allí donde antes iban los muebles más caros e imponentes, estaba el comedor, en el lugar donde se escondían las joyas, estaban las armas, y así siguieron las modificaciones. El control era uno solo en su momento, pero el Don consiguió la forma de hacer tres más (uno para cada miembro del equipo). Cuando John me entregó el mío, con su habitual sonrisa, yo, mirando a la pared de ladrillos, sorprendido con la sorprendente luz que despedían las lámparas, y maravillado con la historia del lugar, que casi parecía una casa lujosa bajo tierra, le dí las gracias, y pensé en que este trabajo, con deleites como estos, no podía estar tan mal como el mundo creía que estaba."
Capítulo Nueve: La Mercancía.
1 comentarios:
A las 8:53 p. m., Daniel dijo…
Esta es la inspiración del nombre del blog...
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